Conocida como “Soledad la de los Platos”, nació en el barrio de San Cristóbal en 1893. Cuando tenía tres años murió su madre y a partir de entonces «la vistieron de negro». Su madrasta la enseñó a trabajar desde niña en las tareas de la casa y como no llegaba a la pila de lavar la ropa le ponían un cajón para que alcanzara a restregar la ropa.
Se casó en 1918 con Francisco Florenciano oriundo italiano. Cuando eran novios y él empezó a entrar en su casa, su madrastra le decía «que el pantalón de Francisco no toque tu rodilla».
A los pocos meses de casada se quedó viuda y embarazada. Se fue con su hijo a Barcelona en barco, pero las cosas no el fueron bien y volvió a Lorca con la ayuda económica de su hermano, que la apoyó para poner une tienda junto al Carmen, en un bajo alquilado por 50 pesetas al mes.
Era el año 1926. Vendían escobas, cazuelas, cristalería, platos, etc. La mercancía le llegaba de Murcia cada semana, en carros, metidas en serás de esparto con paja.
Se volvió a casar con un primo de su marido, también italiano, Juan Pelegrín Florenciano en 1928, dueño de un negocio de transportes con carros que guardaba en unas cuadras en el Rincón de los Valientes. Allí vivían y hacían alpargata por la noche con una máquina que compraron a plazos.
Soledad traslado su tienda a la calle Nogalte, y allí se fue metiendo cada vez más en la venta de cristal fino, colonias, géneros de punto, medias, hilos…
Debido a las dificultades que vinieron con la guerra, se volvieron a trasladar a Alfonso X.
Fue una mujer emprendedora, luchadora y generosa que supo iniciar negocios en tiempos difíciles. Tras mucho esfuerzo prosperó en todo lo que se propuso dejando un gran legado que han continuado sus descendientes.
Murió en 1982 conociendo a diez nietos.