Desde muy joven demostró sus cualidades interpretativas, es la quinta hija de una familia de diez hermanos y fue la única que heredó de su padre, Alejandro Fernández-Rufete, conocido actor y director de teatro lorquino, la afición y las dotes para la representación.
Empezó sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia en 1983, compaginándolos con los de Magisterio, pero tuvo que abandonarlos al siguiente año.
Comenzó su andadura semiprofesional con el grupo «La Tramoya» representando Yerma de Federico G. Lorca y durante 1989 estuvo dando recitales poéticos de autores murcianos y colaborando con Joaquín Mateos en un espacio radiofónico en la Cadena Cope.
Trabajó también por primera vez con su padre en una obra de Jonh Phielmeier, Agnus Dei, recibiendo el premio a la mejor actriz en el II Certamen de Aficionados.
Fue en ese mismo año 1989 cuando saltó al mundo profesional con la «Compañía Tespis» de Murcia, con la que estuvo un año.
En 1900, año que se creó la Compañía estable del Teatro Guerra, fue llamada para formar parte de ella. Durante dos años perteneció a la Compañía y participé en grandes montajes: La Tragedia fantástica de la gitana Celestina de Alfonso Sastre, dirigida por César Oliva; La Zapatera prodigiosa de García Lorca, dirigida por mi padre; y Las Criadas de Jean Genet, dirigida por Eduardo Blanco.
En 1993, Inma decidió volver a Murcia y terminar sus estudios de Arte Dramático, trabajando en varias Compañías a la vez que estudiaba.
Hizo cortometrajes en 1995 por los que fue premiada en Cuenca como mejor actriz y en Badalona por la mejor interpretación .
En 1998 participó en la película Zapping del director murciano J.M. Chumilla.