Nació en 1890, se crió en un huerto en la Alameda de Menchirón y cuando inició su pequeño negocio de flores en los años treinta, no imaginó que se convertiría en la primera floristería de Lorca.

Vendía palmas de jazmines en la plaza de Abastos y en el andén de la Estación de Sutullena a la llegada de los trenes procedentes de Barcelona camino de Granada.

Catalina alegraba la vida de los demás con los ramos de margaritas que ella misma cultivaba, ensalzaba los actos oficiales con las coronas de laurel que confeccionaba y acompañaba a los difuntos con ramos y coronas de crisantemos.

Después de la guerra amplió el negocio con claveles y otras flores que le llegaban de Murcia, Barcelona y Granada. Empezó a confeccionar también ramos de novia y para regalo, arreglaba tronos para las procesiones y disponía siempre de flores para las coronas de los difuntos.

Murió en 1977 vendiendo flores casi hasta el último día.