El Consejo Nacional de la Abogacía Española ha reconocido a Marisa Aragón que falleció en 2021, por toda una carrera profesional como pionera que, con su propio ejemplo, resulta una figura icónica en el mundo de la abogacía, defendiendo siempre los derechos de las mujeres y la igualdad.
María Alfonsa Aragón Pallares, Marisa Aragón, como siempre se le ha conocido, nació en Lorca, Murcia, el 29 de noviembre de 1943.
Inició sus estudios en el Colegio San Francisco de Asís en Lorca, al que continuó ligada siempre, integrando de forma activa, la Asociación de Antiguas Alumnas de este Colegio desde su fundación.
Posteriormente, cursó el Bachillerato en el Instituto de Educación Secundaria José Ibáñez Martín, del que siempre tuvo un gran recuerdo, no solo de sus compañeros, sino de grandes profesoras del centro con las que forjó una amistad duradera, como Ángeles Pascual y Luisa García Mulero, entre otras.
Marisa se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza en 1966, consiguió el título de Gestor Administrativo en 1969 y el de profesora de Educación Cívico-Social y Política, desde julio de 1972.
Realizó intervenciones en diversos cursos de formación universitaria en los albergues de Pueyo de Jaca (Huesca), y de Vera de Bidasoa (Navarra), Zaragoza, Valencia y Madrid, entre otros.
Se trataba de una época en la que las mujeres tenían más dificultad en ocupar puestos de relevancia y, sin embargo, pronto empezó a destacar en un mundo donde tuvo que luchar por ese claro desequilibrio, siendo una de las precursoras.
Marisa, fue la primera mujer en ejercer el cargo de juez en España. Lo hizo en el año 1969, en calidad de juez sustituta del extinguido Juzgado Municipal de la ciudad de Lorca.
Desempeñó el cargo durante cinco años. Afrontó el reto, siendo una persona asequible, accesible, justa y receptiva impartiendo justicia. Fue destacable su actuación durante las tristes riadas ocurridas en Lorca en 1973, estando presente en los levantamientos de cadáveres sucedidos aquellos días en el municipio, mientras el juez titular D. José Presencia se trasladaba a Puerto Lumbreras, donde se produjo el mayor número de muertes.
Posteriormente, durante seis meses, ejerció el cargo de juez de Primera Instancia e Instrucción de Lorca. Tras los cuales se vio obligada a solicitar la renuncia a dicho cargo por la necesidad familiar de trasladarse fuera de la localidad, al ser destinado su marido, Ángel García Martínez, a un empleo en Cartagena, ciudad en la que residió toda la familia durante tres años.
A su vuelta a Lorca, Marisa fue elegida concejal del Excelentísimo Ayuntamiento de Lorca en la Legislatura de 1983 a 1987, cesando a petición propia en mayo de 1985 por motivos personales y profesionales. En este tiempo desarrolló una destacada labor en la Comisión de Cultura y Enseñanza y también en la de Acción Social. En el Acta de Pleno que recoge su renuncia al cargo, compañeros de la Corporación agradecieron su “trabajo, su fidelidad, ayuda, dedicación y eficacia”, manifestando el que fuera más tarde y durante
largos años alcalde, Miguel Navarro Molina, entonces concejal de otro grupo parlamentario, que “con la marcha de doña María Alfonsa Aragón Pallarés, algo se queda vacío en el Ayuntamiento”.
Se incorporó al Ilustre Colegio de Abogados de Lorca en 1983, al Ilustre Colegio de Abogados de Murcia en 1985 y al Ilustre Colegio de Abogados de Cartagena en 1993.
Desde 1983 ejerció como abogada en la ciudad de Lorca, siendo la tercera abogada colegiada en Lorca, y la primera mujer en dirigir un bufete de abogados en esa ciudad.
En el año 1984, a la edad de 40 años, fallece su marido, quedando viuda y al cargo de sus tres hijos menores de 13, 9 y 4 años. A partir de ese momento, vuelca toda su fuerza de voluntad en sacar adelante su despacho y con él a sus tres hijos.
En 1985, fue nombrada por la Cámara de la Propiedad Urbana de Murcia, como su abogado en Lorca, y entre los años 1989 y 1994 fue miembro de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca como diputado. Marisa se inicia en el ejercicio de la profesión en un contexto muy diferente al actual, mucho más difícil y complicado, teniéndose que crecer frente a las dificultades y trabas propias de la mentalidad de la época, pero con mucha paciencia, constancia, empeño, tesón y sabiduría supo abrirse camino en el mundo de la Abogacía consiguiendo derribar los numerosos obstáculos que como mujer profesional se encontró en el camino.
Como se ha recogido anteriormente, fue la primera mujer que se estableció con despacho profesional en Lorca, rompiendo de lleno ese rol tradicionalmente destinado al género masculino, y esos estereotipos implantados por la sociedad.
Despacho desde el que ha trabajado principalmente desde una perspectiva de género y por una lucha constante en la defensa de una igualdad de derechos y libertades en la mujer a través de la profesión a lo largo de toda su trayectoria sobresaliente.
Con su despacho abrió camino de manera muy especial a las mujeres, pues se ha mostrado siempre como la mejor mentora, acogiendo en su despacho a compañeras que se iniciaban en el ejercicio de la profesión, quizás conocedora de las muchas trabas y dificultades por las que ella tuvo que atravesar para posicionarse como una abogada de reconocido prestigio. Lo hizo compartiendo
su experiencia profesional y transmitiendo su enorme vocación por el Derecho, sin perder un ápice de honestidad y humanidad, y sobre todo, con una gran actitud reivindicativa de los derechos de las mujeres, tanto desde el ámbito personal como el profesional, ayudándolas desde el ejercicio de su profesión a hacerlos efectivos, entregándose a la causa con una capacidad, dedicación y
fortaleza inquebrantable; actitud que ha caracterizado su trabajo y la ha distinguido como persona. De ahí que fuera considerada un icono en Derecho de Familia por muchas mujeres de la Región.
En mayo de 2019, ante el avance de la enfermedad degenerativa que padecía, un grupo de abogadas de Lorca, Águilas y Puerto Lumbreras, organizaban un homenaje a la misma, al que acudieron numerosos compañeros y compañeras para expresarle su respeto profesional y humano.
En su excelente trayectoria destacar su carácter emprendedor y valiente, consiguiendo hacer visible a la mujer asumiendo cargos en instituciones tradicionalmente ocupados o representados por hombres, siempre con ilusión y con un compromiso social permanente basado en valores y principios inquebrantables.
Estos galardones, concedidos por el Consejo General de la Abogacía Española para reconocer a quienes desde la abogacía trabajan a favor de la igualdad de género, se entregarán el 6 de marzo en Madrid, coincidiendo con las celebraciones del Día Internacional de la Mujer.
En esta tercera edición se han presentado 14 candidaturas nacionales y 5 internacionales. El jurado ha estado compuesto por Victoria Ortega Benito, presidenta del Consejo General de la Abogacía; Marga Cerro González, presidenta de la Comisión de Igualdad de la Abogacía Española; Octavio Salazar Benítez, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba; Enrique Sanz Fernández-Lomana, presidente de la Mutualidad de la Abogacía; María Luisa Segoviano Astaburuaga, magistrada del Tribunal Constitucional; José Soriano Poves, decano del Colegio de la Abogacía de Valencia y Javier Martín García, secretario General de la Abogacía Española y secretario del jurado.
El año pasado las premiadas fueron Ascensión Chirivella, la primera mujer colegiada como abogada en España, la magistrada del Tribunal Supremo María Luisa Segoviano y la abogada mexicana Leticia Bonifaz.